Vaya tela...

Pensando en cómo enfocar para el Biocarnaval de Verano lo que os quiero contar a continuación me doy cuenta una vez más de cómo nuestra percepción antropocéntrica de la vida a menudo nos confunde y nos hace olvidar que no somos sino una especie más conviviendo en este piso compartido que es la Tierra. Y no somos los únicos a los que nos gusta disfrutar del verano y aprovechar para hacer todas esas cosas que no podemos hacer el resto del año.

Buen ejemplo de ello es el de este fascinante arácnido de aquí abajo que, como tantos otros, aprovecha el veranito para dejarse llevar por el arte de la seducción, y es entonces cuando se reproduce dando, a partir de una sola inseminación, varias puestas que acaban convirtiéndose en centenares de arañitas comenzando su ciclo en esta época veraniega.

Argi


Argiope lobata

Argi para algunos de sus amigos, Argiope lobata para esa comunidad científica compuesta por Homo sapiens sapiens de todo el planeta.

En este caso no cabe duda de que se trata de una hembra, pues sus aproximadamente 3 cm de tamaño (eso sin contar esas impresionantes patas al más puro estilo Burtoniano) superan con creces las pequeñas dimensiones del modesto macho, que, no sólo por no superar los 6 milímetros, sino también por su discreto patrón de color, resulta mucho menos llamativo que la hembra. Un claro ejemplo de dimorfismo sexual.

Vaya tela

Como buen miembro del género Argiope que es, la "araña lobulada" teje su firme tela de hasta un metro de diámetro, sobre la cual espera impasible la caída de sus presas, entre las que abundan bichillos como éste o incluso bicharracos de tamaño más considerable, como éste.

En las fotos de arriba y abajo vemos el típico dibujo en zig-zag que estos individuos incorporan a sus telas y que algunos denominan estabilimento, si bien su función aún no está clara, siendo varias las hipótesis que se barajan al respecto. De entre ellas destacan la de hacer que la tela sea más visible para evitar roturas indeseadas por algún animal que la traspase al no verla, o la de reflejar la luz ultravioleta para atraer insectos voladores hacia esa elaborada trampa mortal.

Bajos

Pues bien, este argiópido de las imágenes, encontrado en un hábitat de condiciones muy alejadas a las deseables para su óptimo desarrollo vital, fue rescatado por Consuela de una muerte segura a escobazos y llevado a un estratégico y tranquilo rincón de un jardín en el que, en unas pocas horas tejió la tela que véis en las fotografías para instalarse definitivamente en su nuevo hogar. Sólo espero que Tapas no la encuentre y le de por jugar a balancearse sobre ella, como aquellos cansinos elefantes de la canción.

Yuccasa

Y sirva esta presentación del nuevo miembro de la familia, Argi, que llegó al jardín de mis padres hará cosa de un mes y sigue feliz y boca abajo desde el primer día, como participación en el Biocarnaval de Verano, en las categorías de Biofotografía - alojada en el blog de Raven, Micro Gaia - y La Biología del Verano - apadrinado por el Dr. Litos en ¡Jindetrés, sal!.