Tras la caminata por el Mont Valier que nos habíamos dado el día anterior, y ya que la meteorología tampoco daba para mucho, al día siguiente aprovechamos para quedarnos por los alrededores de Casties-Labrande.
La tierra, plagada de girasoles; el cielo, de nubes.
Suricatos
Parada obligatoria en el camino para fotografiar el paisaje de la zona, que en ese preciso momento del año (principios de agosto) lucía su máximo esplendor dorado gracias a esta inconfundible "flor".
Y entrecomillo flor porque ésta no es realmente una flor propiamente dicha, sino una agrupación de muchas de ellas, o lo que se denomina en botánica inflorescencia.
Existen muchos y muy diversos tipos de inflorescencias; a la del girasol la llamamos capítulo floral. En cada capítulo del girasol, múltiples y discretas florecillas se agrupan de forma singular, quedando rodeadas por esos "pétalos" dorados —que tampoco son realmente pétalos, sino fieles "imitadores" denominados en realidad lígulas— creando todo el conjunto lo que aparenta ser una única flor.
Todas las especies de la familia de plantas a la que pertenece el girasol (la de las Compuestas o Asteráceas) presentan este tipo de inflorescencia; es el caso también de este otro ejemplo visto aquí en el blog, o el de, sin ir más lejos, la famosa margarita. Pero también podemos encontrar capítulos en especies de unas pocas familias más, como la Dipsacaceae, de la cual también ha pasado por aquí el ejemplo de la "escabiosa", en esta otra entrada.
Compuesta y sin Sol
Otra percepción engañosa en la que solemos caer cuando pensamos en el girasol, o aún más cuando admiramos un campo repleto de ellos, todos dirigidos en la misma orientación, es la de que esta planta gire a lo largo del día en función de la posición relativa del Sol.
Por suerte, ésto no es del todo cierto, porque de lo contrario en ese día gris que se aprecia en las fotos, sin rastro de Sol, los pobres girasoles no hubieran sabido para dónde mirar...
Y sin embargo ahí estaban, todos ordenados y firmes cual ejército de espartanos, y se mantendrían así hasta el final de su esplendor, hasta marchitarse, secarse y morir, sin cambiar de orientación porque las cabezas de girasol, una vez completan su desarrollo y florecen, permanecen inmóviles... eso sí, siempre "encaradas" hacia el Este.
Ruta hacia el dorado
Ruta hacia el dorado
La explicación se encuentra en un fenómeno biológico habitual llamado tropismo (crecimiento o movimiento de un organismo vivo en respuesta a un estímulo), y más concretamente en este caso fototropismo (el estímulo en cuestión es lumínico). En el girasol el fototropismo sucede únicamente en una fase previa a la de maduración de la flor. En ese periodo el ápice del tallo en crecimiento se orienta en función de la posición del Sol, y al terminar su desarrollo queda orientado hacia el Este. Posteriormente se desarrollarán las flores, conservando esta orientación fija hasta el final de la vida de la planta.
Así, plantando cara al Sol cada amanecer, y dándole la espalda al atardecer, el girasol permanece inmóvil durante todo el día, sugiriéndonos que seamos nosotros los que cambiemos nuestra orientación si queremos captar las diferentes estampas que puede formar este ejército dorado inflorescente según el punto de vista desde el que observemos.
De espaldas
Por si el blog no era lo bastante chulo y completo con el material gráfico y las certeras palabras, encima cuando hablas de términos y conceptos científicos lo haces con tal naturalidad y claridad asombrosas. Me ha ENCANTADO esta entrada. Bravo.
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